Todo depende del cristal con que se mire. Esa es una de las máximas que hay que tener bien presentes en la vida, porque está claro que tomárselo todo demasiado en serio no suele ser el mejor camino. Cuando empecé a vivir de alquiler sentí bastante frustración al no poder tener un piso de buen tamaño y a buen precio en el centro de la ciudad. Pero así es el mercado inmobiliario: fue algo que me costó aceptar.
Y cuando me llegó el momento de comprar casa tuve claro que debía decidir entre el tamaño y la ubicación, entre la reforma o el piso nuevo del extrarradio: me quedé con la primera opción consciente de me tocaba ir, poco a poco, reformando el piso para adaptarlo a mis gustos e ingeniármelas para aprovechar el espacio de la mejor forma posible. Todo ello a cambio de tener un piso en una ubicación inmejorable.
Y una de las zonas que necesitaban cuanto antes una reforma era el baño, un espacio bastante pequeño que iba a cambiar al quitar la bañera y colocar una ducha. Buscando soluciones para baño y ducha parece que di con la tecla con una opción que aprovechaba de la mejor forma posible el espacio. Porque parece que las bañeras, poco a poco, han ido perdiendo su sentido en muchas casas, sobre todo cuando estas no son muy grandes.
Porque, ¿cuántas veces usamos la bañera como ducha? En mi caso, debe hacer como veinte años que no me acuesto en la bañera: yo la uso como ducha. Así que para qué tener ese espacio muerto. Esa era la idea al buscar soluciones para baño y ducha, intentar colocar una ducha en lugar de la bañera, pero hacerlo de la mejor manera posible para que todo quedara estéticamente atractivo, además de práctico.
Tras el tema de la ducha, todavía me quedan bastantes cosas. Pero esta es la línea a seguir. Porque mi piso será pequeñito en comparación con algunos de los ‘palacios’ de mis amigos que viven en las afueras: pero yo puedo ir andando a todas partes. Y eso para mí no tiene precio.