Nunca había pasado tanto tiempo sin ir a Asturias. Hacía como un año que no iba por allí. ¿Echaba de menos mi tierra? Soy una persona bastante desarraigada. Creo que debería haberme ido mucho antes de mi tierra pero no pude… o no quise. Tal vez ahora la echaría mucho más de menos. Pero es cierto que cuando vuelvo lo primera sensación que tenga llega por el olfato: Asturias huele bien… cosa que no se puede decir de otras regiones de España.
Cuando entras por carretera en Asturias, además del olor y el deslumbrante verde de las laderas de las montañas, sabes que has llegado a casa por los anuncios. No puede faltar en los primeros kilómetros de la autopista ya pasando el Huerna un anuncio de club asturiana de la Central Lechera. Y eso sí que no cambia.
Pese a que no soy el asturiano más ilustre del mundo, en mi casa siempre lucen algunos productos que recuerdan a mi tierra, por supuesto. Y lo primero es la leche asturiana. Que hay otras muchas leches en el norte de España, pero la asturiana tiene un sabor peculiar que, al menos yo, noto rápido. Si tomo otra, generalmente, noto la diferencia, y prefiero la asturiana.
Otra cosa que me gusta de Asturias es su bandera, una de las más bonitas de España. Supongo que no puedo ser muy objetivo siendo de allí, pero creo que la combinación de colores y la originalidad la hacen una de las más especiales. Mejor no las comparo con otras porque entonces entramos un jardín muy frondoso…
Así que con mi bandera en la pared de mi habitación y mi carné de socio de club asturiana de Central Lechera, me siento un asturiano expatriado… pero contento. Al fin y al cabo, Asturias no está tan lejos… pese a ser una de las comunidades autónomas españoles peor comunicadas con el centro de la península “gracias”, entre otras cosas, a la falta de vías para alta velocidad ferroviaria. Pero es lo que hay, que dice hoy en día todo el mundo: Asturias sigue aislada en pleno siglo XXI.