¿Y qué vamos a hacer tan lejos? Mi novia no veía muy claro dejar la comodidad de nuestra vida en Fuerteventura para irnos de vacaciones a otra isla… en Galicia. Pero yo soy de esos que siempre quiere ir un poco más lejos cada vez. Y como el asunto de viajar se ha complicado mucho por el tema del virus, lo más lejos que podíamos viajar era dentro de nuestras ‘fronteras’. Pero la suerte de un canario viajero es que sus fronteras están muy lejos.
Así que saqué un mapa y ayudé a mi novia a buscar dónde están las islas cíes. Ya se fue haciendo una idea de que estaban lejos pero no tanto: y lo mejor de todo es que no tendríamos que hacer una cuarentena ni cosas de esas para llegar allí: nos tocaba hacer una prueba y ya está. Eso sí, hay que solicitar un permiso con antelación y tener los billetes de barco. Y esto no tiene que ver con la pandemia, sino con el mantenimiento de esta joya medioambiental.
Con buen criterio, las autoridades gallegas decidieron que estas islas no debían caer presa del turismo masivo para lo cual evitaron la construcción de hoteles. Para pernoctar en las Cíes debes hacerlo en el camping. La otra opción es ir solo a pasar el día y regresar en el barco al final del día. Pero nosotros queríamos algo más. Una vez que mi novia se cercioró dónde están las islas cíes me dio carta blanca para organizar el viaje.
A los dos nos gusta mucho la naturaleza, el deporte y los espacios al aire libre: nos pasaríamos la vida de acá para allá sino fuera porque de vez en cuando hay que trabajar. Y una de las cosas que más nos gusta es el senderismo. Nos relaja mucho recorrer caminos en la naturaleza, y lo que había visto de las Cíes iba a cumplir de sobra nuestras expectativas. Así que a las Cíes que nos fuimos para matar el gusanillo de viajes largos a la espera de que en algún momento podamos empezar a salir, esta vez sí, de nuestras fronteras con ciertas garantías.