Miles de personas en España se han visto afectadas por la crisis laboral derivada de la crisis sanitaria y han pasado a formar parte de un ERTE… o han perdido el trabajo. De momento, en mi caso, estoy en un ERTE que no sé cuánto durará. Y aunque tengo entendido que está prohibido despedir hasta como mínimo seis meses después de salir del ERTE, nadie las tiene todas consigo. Pero es la época que nos ha tocado vivir.

‘Por suerte’ para mí, no sería la primera vez que me echan de un trabajo. Ya tengo experiencia y esta vez no voy a cometer los errores que cometí en otras ocasiones. Desde el minuto uno en que me quedé en ERTE he tratado de mantenerme activo, de tener una vida organizada evitando exceso de cualquier tipo, desde pasar demasiado tiempo con el móvil a comer más y peor de la cuenta. De hecho, el aspecto físico está siendo, de momento, mi principal ‘trabajo’ durante las semanas que estoy inactivo. 

Llevaba tiempo queriendo perder peso además de potenciar mi musculatura. Con el trabajo, a menudo, es difícil ponerse con este tema por falta de tiempo, pero ahora es diferente. Además, estoy en contacto con un nutricionista que me ayuda a seguir un plan efectivo chequeando todos los detalles: desde el valor nutricional clara de huevo hasta el tipo de hidratación que tengo que seguir en cada caso.

Una cosa que aprendí cuando sufrí anteriormente un despido fue que lo peor que puedes hacer es quedarte quieto. Y no quiero sonar como el típico mantra de autoayuda. Tampoco se trata de estar buscando un nuevo trabajo cada segundo: aunque sí es verdad que hay que convertir la búsqueda de trabajo en un nuevo trabajo. Pero se trata, sobre todo, de tener la cabeza (y el cuerpo) ocupados. No darle tantas vueltas a la cabeza porque eso no conduce a nada bueno. 

Así es que esta vez no me pilla el toro. Estoy a pleno rendimiento con el valor nutricional clara de huevo, mirando al dedillo lo que como, haciendo running como un poseso… y buscando trabajo para cuando pasen los seis meses posteriores al ERTE.