Mi vieja aspiración está a punto de cumplirse: tener un despacho en casa para poder trabajar como Dios manda. Soy de los que puede trabajar parte de su tiempo en casa y esto tiene, por supuesto, muchos beneficios, pero también requiere determinados condicionantes. Uno de ellos, por supuesto, es contar con un espacio dedicado exclusivamente al trabajo.
Aprovechando la rehabilitacion de vivienda en la que estamos inmersos, he decidido que uno de los cuartos peor aprovechados de la casa va a ser mi futuro despacho. No es un espacio demasiado grande pero tienen posibilidades y creo que puede ser suficiente como ‘oficina en casa’.
Podría decirse que cualquier cosa me puede valer teniendo en cuenta mis antecedentes. He pasado varios años trabajando donde buenamente podía, especializándome, sobre todo, en mesas de salón. En algunas de las casas en las que he vivido, esos salones hacían las veces de sala de estar y comedor (y oficina). O sea, que trabajaba en el mismo lugar que comía. Tampoco es que esto sea ningún drama, hay cosas peores, pero es evidente que no facilita del todo el trabajo. Sobre todo cuando las personas que viven contigo quieren comer y tú quieres trabajar…
Entiendo que cuando vives en un piso de 50 metros cuadrados no puedes pedir peras al olmo. Es lo que hay y uno tiene que adaptarse. Pero ahora que estamos en una casa más grande ha llegado mi momento. La rehabilitacion de vivienda ha incluido uno de los baños, parte del dormitorio, la cocina y el cuarto pequeño que es el que yo quiero usar como despacho.
Una de los aspectos que más me gusta de este espacio es la luz. Tiene orientación noreste, con lo que tiene una buena iluminación natural por la mañana, algo que para mí es fundamental. Otro aspecto es su tamaño: es un cuarto pequeño pero no necesito más para el despacho, suficiente para poner mesa, silla, una pequeña cajonera y una estantería. Ahora me toca elegir los muebles para el despacho y tal vez después, en algún momento, empezar a trabajar…