4 razones para dejar tu entierro bien atado

  1. Porque resulta más económico. Es mucho mejor pagar mes a mes seguros de decesos baratos que tener que pagar todo junto el gasto de un funeral. Sobre todo, teniendo en cuenta que tendrá que hacerse cargo la familia ya que aunque se haya dejado dinero suficiente para eso no podrá tocarse hasta que no se reparta la herencia y esto no siempre es un proceso rápido. Sobre todo si no hay acuerdo entre todos los herederos. Elige el seguro que quieres, las coberturas que te interesan y paga poco a poco cada mes, para no dejar problemas tras de ti.
  2. Porque te aseguras de que se respeten tus deseos. Aunque lo normal es que se respete la decisión de una persona cuando esta ha dejado claro qué es lo que quiere, una vez que se produce el pase a mejor vida las decisiones son de la familia a no ser que hayan quedado bien atadas. No es raro que alguien que, por ejemplo, quiere donar órganos, al final no pueda hacerlo porque el familiar que toma la decisión antepone sus creencias o prejuicios al deseo del finado.
  3. Porque evitas discusiones y peleas entre tus familiares. En ocasiones, la familia no está unida y esto se va a ver también en el entierro. Tal vez, parte de la familia quiera una cosa, otra parte quiera otra y al final todo acabe siendo un pulso en el que hay que vencer a la otra parte. Y todo esto en un momento particularmente sensible. Esto es muy doloroso para quienes no están en medio de la competición o pelea directamente, pero además puede separar para siempre a hermanos y otros familiares. Si todo está bien atado, no habrá discusión posible porque no habrá que tomar ninguna decisión.
  4. Porque dejarás un buen recuerdo, también en esto. Las personas organizadas y que saben dejar sus asuntos bien atados dejan un recuerdo todavía mejor en quienes quedan atrás. Así, no suman al dolor de la pérdida el tener que ordenar los asuntos que quedaron pendientes o tomar decisiones que en ese momento tal vez no estén en disposición de tomar. No es agradable para nadie tener que decidir si un familiar va a ser enterrado, incinerado o si va a contar o no con un servicio religioso, sobre todo si no se ha hablado mucho del tema.

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